Así fue mi territorio, la niñez.
- lasdonasfeministas
- 19 jun 2022
- 3 Min. de lectura
DE: DOÑA TEÓFILA MONDRAGÓN
PARA: DOÑA HIDARMEN
A estos tiempos que estamos, ya las calles rellenas, donde ya no se encuentra más puentes, sino la calle, no se puede salir a jugar por miedo al conflicto que hay en los territorios.
Hidarmen: Amiga mía, amiga de mi alma, mi amiga consentida.
(Recitando)
Buenos días mi señoría,
116
matutino tino tán
¿qué quería mi señoría,
Matutino tino tán
Cuando era pequeña, en los años 1960, nuestros juegos eran sanos y divertidos. Nos reuníamos varios niños y niñas en nuestra calle para jugar rondas. Muy divertido. Jugábamos el Mirón Mirón.
(Recitando)
Este puente está caído,
Mirón Mirón Mirón
Que lo mande a componer
Mirón Mirón Mirón
De San Pedro y San Vicente
¿Para dónde quiere ir? Para donde la luna o para dónde el sol
Como todo esto acá era marea, puente, nos íbamos a nadar. Cuando la marea secaba nos íbamos al Bajo, pa’llá pa San José, pa esa parte a coger piacuil, Jaiba, pasquero también se comía. Nosotros, es decir, mi hermano menor y los amigos, nos gustaba mucho en tiempo de las mareas altas, ir allá a Pueblo Nuevo, por una parte, que se llama La Caleta, que entran pues lanchas costaneras, entonces yo no sabía nadar, me tocaba cuidarle las ropas a ellos, mientras que ellos nadaban y todo eso. Entonces un día ellos me dijeron deje la ropa ahí para que usted no se canse y a lo que yo la puse, me tiraron, yo me alcancé a agarrá fue de un palo y ahora sí empezaron ellos: Tiene que nadar de allá a acá, suéltese, hasta que aprendí así, pasándome de un lado a otro aprendí a nadar mi poquito.
Era muy buenos en esos tiempo’ porque también los adultos se iban a nadar con uno, allá a los puentes. En tiempo de cometas también nos íbamos para la parte de ajuera, ajuera del mar, las últimas casas, nos íbamos a elevar las cometas; se hacían de todos los colores. Cuando entraban las lanchas petroleras, traían que naranja, toronja, plátano, cocos. Había veces los que se caían al agua, como venían bien rebozados de alimentos, entonces uno los cogía: “que allá va un plátano”, entonces eso era para uno, “que un coco” y así. Así que nosotros llegábamos a la casa con coco, plátano y todo eso. “¿Que usted de dónde los sacaron nos decían? No, nosotros respondíamos “de la lancha que se cayó y estábamos nadando”. Ay, mi mamá oía eso, ahí mismo venía a revisarnos el pelo, si estábamos mojado el pelo nos daba látigo. Así que nosotros cuando nadamos tratamos de no mojarnos el pelo.
También desarrollábamos varios juegos, jugábamos a la cocina, nuestra mamá nos regalaba las patas de la gallina o las vísceras, arroz, aceite y el revuelto para la comida. Las ollas eran pequeñas y el fogón lo hacíamos de leña. Cuando las mamás no nos daban nada, hacíamos el compartir o el trueque, es decir, cada una aportaba algo. A los niños de mi tiempo, nos gustaba mucho imitar a los adultos por medio de los juegos, a la maestra, a la familia, al trabajador, al campesino y entre otros.
En la calle jugábamos las rondas, les decíamos cuentos. Lo que los mayores nos decían, nosotros también lo decíamos, “¡no se caminen por ahí, niños, por ese monte, porque está oscuro”, “¡no vayan a salir de noche a la calle porque se encuentran que, a la Tunda, que a la Patasola!” y uno no salía, que porque el fantasma que era un hombre grandote que se hacía en la basura. Uno vivía siempre con ese temor, a pesar de su inocencia y uno le decía al otro niño:
— ¡No va, porque te puede pasar esto cómo le pasó a mi amiguito! —¿Quién te dijo?
118
—No, que mi abuela, mi tío, mi tía nos decía eso.
Yo hablo de la recreación en mi infancia porque es lo mejor que le puede pasar a todo ser humano en su vida. La niñez es una parte donde la gente se recrea mucho, hay buena salud, las risas, los cuentos, la trayectoria. Por eso me gustó siempre trabajar con los niños. Ahora con el tiempo ya grande, madura estuve trabajando con niños de guardería 27 años. De ese tiempo, cuando ya empecé a tener niños, tuve 5 hijos, por lo cual me fueron fácil levantarlo, porque ya estaba acostumbrada a atender hijos ajenos. Así que de la misma manera yo atendí a los hijos míos.
A estos tiempos que estamos, ya las calles rellenas, donde ya no se encuentra más puentes, sino la calle, no se puede salir a jugar por miedo al conflicto que hay en los territorios. Y la gente se mantiene con miedo de que alguna bala perdida le vaya a afectar, le vaya a caer a los niños. Entonces, ya los niños no se dedican a jugar pues ya tienen sus propios juegos, pero los juegos tradicionales se han perdido el ciento por ciento.
(Recitando) Matutino tino tán,
Celebrémosle la fiesta a la niña que se va
Comments